por Neale Donald Walsch
Mis queridos amigos…
He decidido que tengo que dejar de confundir el simple acto de hacer una observación, con negatividad.
Algunas personas, en un esfuerzo por “no poner ninguna energía negativa en el espacio”, se niegan a decir nada sobre nadie ni nada que pudiera interpretarse como negativo de ninguna manera. Y si alguien más dice algo acerca de alguna persona, lugar o cosa que no es del todo positivo, mucha gente va a criticar al que habla por “propagar energía negativa”.
Pronto, un cierto dogmatismo surge en torno a todo esto, y de repente se vuelve inaceptable en algunos círculos “nueva era” hacer otra cosa más que sonreír 16 horas al día y no decir nada más que cosas positivas acerca de todo. En estos círculos, cuando alguien ofrece el más mínimo comentario, predicción, o descripción que sea poco menos que totalmente positiva, alguien más sin duda va a decir: “¿Estás queriendo crear eso?”, o “¿Por qué estás creando eso?”
(Ejemplo: “Ay Dios, sí que me duele la cabeza esta mañana.” “Bueno, ¿por qué estás creando eso?”)
Después de un tiempo, la gente se siente tan amarrada, como en una camisa de fuerza, que tienen miedo de decir nada acerca de cualquier cosa, a menos que puedan resplandecer con positividad de la cabeza a los pies.
Yo llamo a esto un Bypass de la Nueva Era. Es cirugía psíquica, en la psique misma. También puede convertirse en un juego de “hacerte-loco”, donde la gente ni siquiera puede describir objetivamente algo que está viendo justo delante de su cara, sin correr el riesgo de ser etiquetado como alguien “deprimente” o que “piensa negativamente”.
(“El mercado bursátil tuvo sin duda un mal día.” “Bueno, tú sí que eres deprimente…”)
Sin embargo, una Observación no es un Juicio, y una Descripción no es una Condena. Nos beneficiaría mucho notar la diferencia.
Es perfectamente correcto decir “Va a llover”, cuando de hecho, lo puedes oler en el aire. Recuerdo un día hace unos años cuando yo estaba en un enorme picnic, al que habían asistido cerca de 40 ó 50 personas, cuando uno de los invitados dijo casualmente, “Parece que va a llover”. A su mujer casi le da un ataque de histeria. “¡No DIGAS eso!” dijo bruscamente. “¿Estás tratando de HACER llover?”
Ahora, yo comprendo perfectamente bien que nosotros creamos nuestra propia realidad, y he leído todos los mensajes de Conversaciones con Dios y prácticamente todos los otros textos de Nueva Espiritualidad que hay por ahí que dicen que nosotros hacemos eso con las herramientas triples de pensamiento, palabra y obra. Yo sé todo acerca de la escuela de pensamiento Como-Lo-Dices, Así-Será, sobre este tema. Yo pertenezco a esa escuela. Pero ¿significa eso que no podemos ni siquiera ofrecer una simple observación, carente de cualquier juicio o anuncio de preferencia, acerca de lo que estamos experimentando en nuestras vidas?
Por supuesto que no. Decir “oh-oh, parece que va a llover” no significa que tú seas la causa -y por lo tanto, tengas la culpa- cuando lleguen las lluvias. Simplemente significa que estás observando lo que sucede a tu alrededor. Significa que eres consciente. Y la conciencia es uno de los mayores atributos que cualquier persona podría desarrollar.
El mensaje aquí es: no sustituyas pasividad por discernimiento; no insertes -en nombre de la “positividad”- la ceguera total, donde antes había observación aguda. Taparte los oídos no hace que disminuya el aullido del viento, y meter la cabeza en la arena no hace que desaparezca el peligro.
La capacidad de observar el entorno que nos rodea, la capacidad de discernir una cosa de otra, es lo que resulta de evolucionar a un nivel superior de conciencia. La observación es el acto de ver algo; es el simple acto de presenciar sin evaluar. El discernimiento es el acto de diferenciación; es el simple hecho de diferenciar una cosa de otra.
La observación es una declaración que dice “es así”. El juicio es una declaración que dice “¿y qué?”. Como seres sensoriales, los humanos tienen el deseo de notar lo que está pasando a su alrededor. De hecho, tienen la responsabilidad de hacerlo.
Cuando consciente y deliberadamente dejas de notar algo porque “no quieres poner energía negativa en el espacio”, renuncias a tu don más preciado como ser creativo: el don de decidir. No puedes decidir lo que quieres, no puedes elegir conscientemente tu propio futuro, si te niegas a ver lo que hasta ahora es verdad.
Yo voy a seguir trabajando para eliminar el juicio y la condena de mi experiencia, pero nunca voy a eliminar la observación y el discernimiento. La enseñanza es: “No juzgues, ni tampoco condenes”, no es, “No observes, ni tampoco disciernas”.
Cariños y abrazos,
Neale
martes, 31 de agosto de 2010
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